Tengo ojos y no tengo miedo. Para sanar hay que atreverse a afrontar las cosas, los sentimientos. Tenemos que sumirnos en la propia experiencia y entregarnos a la espontaneidad e integridad profunda; alentar nuestros auténticos deseos, intereses y necesidades, integrar nuestros aspectos rechazados, liberarnos del policía interior. La ansiedad es tener conciencia de un naufragio interior, nos damos cuenta de que la propia vida no funciona, que uno está fracasando en lo importante. La sociedad actual nos empuja a la ansiedad, a la neurosis. El ser humano es intrínsecamente bueno, pero la civilización acaba por enfermarlo. Básicamente, el dominio de la voluntad de poder sobre la voluntad de amor nos enferma. Una manera de combatir ese empuje social es trabajando sobre nuestra salud mental, es decir, haciendo terapia, meditación, trabajo corporal; incluso frecuentar mejores amigos y cultivar el amor. La meditación mejora la salud emocional porque nos ponemos en contacto con nuestras propias emociones, detenemos el furor de la mente y ganamos una gran paz interior. Contactar con las emociones consiste en no huir de las emociones desagradables, detenerse a contemplarlas y vivirlas. Porque no puede arreglar una cosa sin mirarla, sin entrar en contacto con ella. Si no te muestras tus emociones, nunca las aceptarás y ese es el primer paso. Hay que hacerles espacio. Luego, las emociones se transforman en algo más natural. Cuando vemos lo que hacemos, nos distanciamos de ello, hasta nos podemos reír. Entonces, más relajados, podemos dejar de actuar como hasta el momento, reaccionando automáticamente. Para ser más auténtico, hay que conectar con las emociones. Para sanar una emoción que duele, es importante dejarla notar para captar cuál es su mensaje. Sólo entonces la emoción seguirá su curso normal: alcanzará su punto culminante y se extinguirá por sí solo.
A veces, nos sentimos solos aun estando rodeados de personas. Si nos ponemos en contacto con ello, veremos que su origen es una sed de amor, muchas veces inconsciente. Si nos damos cuenta, podemos dejar de prostituirnos para conseguir afecto, de mostrarnos como no somos para que nos quieran. Cuando maduramos y comprendemos esa sed de amor universal, nos lo tomamos con tranquilidad y ya no corremos como locos buscando llenar ese vacío. Estoy triste, pero yo no soy mi tristeza. Me doy cuenta de que la emoción es un estado pasajero con el cual no me identifico. Esa ansia de amor insatisfecha ya no es tan dramática y vamos sanando la neurosis. La terapia es una forma de espiritualidad de la entrega y de la espontaneidad. Cuando maduramos y abandonamos el control sobre nosotros mismos, dejamos que el orden cósmico, la naturaleza o Dios tome el control. Entonces, todo fluye de una forma divina. Madurar es aceptar lo bueno y lo malo de la existencia con la confianza en que, en realidad, no pasa nada. Intentar evitar el sufrimiento no es bueno porque no lo lograremos jamás y, encima, perderemos la conciencia de la vida. Cuando aceptamos lo que más tememos, la muerte, estamos preparados para vivir cabalmente.
Busco una sonrisa, una mirada, algo que me guié...
martes, 28 de agosto de 2012
lunes, 27 de agosto de 2012
Repiensa, pensar seria simple
Me levanto una mañana. Salgo de mi casa. Hay un pozo en la acera. No lo veo… y me caigo en él.
Día siguiente. Salgo de mi casa. Me olvido de que hay un pozo en la acera… y vuelvo a caer en él.
Tercer día. Salgo de mi casa tratando de acordarme de que hay un pozo en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo… y caigo en él.
Cuarto día. Salgo de mi casa tratando de acordarme del pozo en la acera. Lo recuerdo. Y a pesar de eso, no veo el pozo… y caigo en él.
Quinto día. Salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el pozo en la acera. Y camino mirando el suelo. Y lo veo. Y a pesar de verlo… caigo en él.
Sexto día. Salgo de mi casa. Recuerdo el pozo en la acera. Voy buscándolo con la vista. Lo veo. Intento saltarlo… pero caigo en él.
Séptimo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Salto. Rozo con las puntas de mis pies el
borde del otro lado. Pero no es suficiente… y caigo en él.
Octavo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Salgo. ¡Llego al otro lado! Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido que lo festejo dando saltos de alegría. Y al hacerlo… caigo otra vez en el pozo.
Noveno día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Lo salto… y sigo caminando.
Décimo día. Me doy cuenta, justo hoy de que es más cómodo caminar por la acera de enfrente.
Jorge Bucay
Parece que el frenético ritmo laboral no deja mucho tiempo para la reflexión. Esta hipervelocidad nos lleva a vivir por inercia, dedicando toda nuestra energía a metas externas que se oxidan con el tiempo. Y así, terminamos volviéndonos inconscientes de nosotros mismos, olvidando las cosas realmente importantes de la vida, como la paz y el equilibrio interiores, el amor hacia uno mismo y hacia los demás o algo tan esencial como la simple conciencia de sentirnos alegres y agradecidos por el hecho de estar vivos. Hoy lo normal es existir, pero eso no tiene nada que ver con vivir consciente y responsablemente.
Es tan necesario que abandonemos el inmaduro y reactivo victimismo y empecemos a comprometernos proactivamente con nuestro desarrollo personal, alcanzando la excelencia en lo que sí depende de nosotros: la actitud que tomamos frente a las circunstancias. En vez de quejarnos de las cosas que nos pasan o del comportamiento de los demás, podemos mirarnos a nosotros mismos y ver qué aprendizaje se nos está escapando. Al fin y al cabo, vivir conscientemente consiste en aprovechar las diferentes experiencias de la vida para aprender a ser feliz por uno mismo, aceptando a los demás tal como son y lo que nos sucede tal como viene. Las personas conscientes son las que han convertido este reto en su estilo de vida.
El sistema no promueve la felicidad de los individuos porque lo externo es una proyección del estado interno de la mayoría, que hoy por hoy se siente profundamente insatisfecha. Así, la psicología es la que crea la economía. Y lo cierto es que ahora mismo está orientada a aliviarnos de este malestar por medio del trabajo, el consumo y la diversión, que en muchas ocasiones es un eufemismo, una cortina de humo que oculta una realidad bastante común: al no saber cómo funciona nuestra mente y de qué manera podemos dirigir conscientemente los pensamientos, utilizamos la evasión y la narcotización para no hacernos frente. Pero escapar y huir de nosotros mismos es el problema, no la solución
Día siguiente. Salgo de mi casa. Me olvido de que hay un pozo en la acera… y vuelvo a caer en él.
Tercer día. Salgo de mi casa tratando de acordarme de que hay un pozo en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo… y caigo en él.
Cuarto día. Salgo de mi casa tratando de acordarme del pozo en la acera. Lo recuerdo. Y a pesar de eso, no veo el pozo… y caigo en él.
Quinto día. Salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el pozo en la acera. Y camino mirando el suelo. Y lo veo. Y a pesar de verlo… caigo en él.
Sexto día. Salgo de mi casa. Recuerdo el pozo en la acera. Voy buscándolo con la vista. Lo veo. Intento saltarlo… pero caigo en él.
Séptimo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Salto. Rozo con las puntas de mis pies el
borde del otro lado. Pero no es suficiente… y caigo en él.
Octavo día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Salgo. ¡Llego al otro lado! Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido que lo festejo dando saltos de alegría. Y al hacerlo… caigo otra vez en el pozo.
Noveno día. Salgo de mi casa. Veo el pozo. Tomo carrera. Lo salto… y sigo caminando.
Décimo día. Me doy cuenta, justo hoy de que es más cómodo caminar por la acera de enfrente.
Jorge Bucay
Parece que el frenético ritmo laboral no deja mucho tiempo para la reflexión. Esta hipervelocidad nos lleva a vivir por inercia, dedicando toda nuestra energía a metas externas que se oxidan con el tiempo. Y así, terminamos volviéndonos inconscientes de nosotros mismos, olvidando las cosas realmente importantes de la vida, como la paz y el equilibrio interiores, el amor hacia uno mismo y hacia los demás o algo tan esencial como la simple conciencia de sentirnos alegres y agradecidos por el hecho de estar vivos. Hoy lo normal es existir, pero eso no tiene nada que ver con vivir consciente y responsablemente.
Es tan necesario que abandonemos el inmaduro y reactivo victimismo y empecemos a comprometernos proactivamente con nuestro desarrollo personal, alcanzando la excelencia en lo que sí depende de nosotros: la actitud que tomamos frente a las circunstancias. En vez de quejarnos de las cosas que nos pasan o del comportamiento de los demás, podemos mirarnos a nosotros mismos y ver qué aprendizaje se nos está escapando. Al fin y al cabo, vivir conscientemente consiste en aprovechar las diferentes experiencias de la vida para aprender a ser feliz por uno mismo, aceptando a los demás tal como son y lo que nos sucede tal como viene. Las personas conscientes son las que han convertido este reto en su estilo de vida.
El sistema no promueve la felicidad de los individuos porque lo externo es una proyección del estado interno de la mayoría, que hoy por hoy se siente profundamente insatisfecha. Así, la psicología es la que crea la economía. Y lo cierto es que ahora mismo está orientada a aliviarnos de este malestar por medio del trabajo, el consumo y la diversión, que en muchas ocasiones es un eufemismo, una cortina de humo que oculta una realidad bastante común: al no saber cómo funciona nuestra mente y de qué manera podemos dirigir conscientemente los pensamientos, utilizamos la evasión y la narcotización para no hacernos frente. Pero escapar y huir de nosotros mismos es el problema, no la solución
domingo, 26 de agosto de 2012
Maravilloso
Solo puedo decir eso de este verano y todo gracias a ti, esos momentos tan maravillosos de cada día a tu lado, sin omitir a las personas de siempre que han echo de mi verano un sueño realidad.
Ha sido tan perfecto no quiero que acabe, aunque eso es inevitable así que con entusiasmo intentare hacer que este invierno lo vivamos juntos y hagamos de el otro buen recuerdo como es siempre a tu lado...8
Ha sido tan perfecto no quiero que acabe, aunque eso es inevitable así que con entusiasmo intentare hacer que este invierno lo vivamos juntos y hagamos de el otro buen recuerdo como es siempre a tu lado...8
miércoles, 1 de agosto de 2012
Si me equivoco
Perdóname si me equivoco, tengo fallos pero rectifico y si pienso que la culpa fue tuya y no es así también lo admito, tiendo a creer que lo malo me rodea cuando tu, eres la luz que me ilumina y yo errónea creí que no , me asuste...
pero me di cuenta de todo, confió en ti, solo que el miedo me hace sufrir,aunque cada día menos gracias a ti...♥
pero me di cuenta de todo, confió en ti, solo que el miedo me hace sufrir,aunque cada día menos gracias a ti...♥
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