Si supieras cuánto miedo tuve ese día, miedo de no conocer jamás tus labios. Habías entrado en mi vida como suele llegar el verano, sin avisar, con esa luz radiante que descubre uno por las mañanas. Me acariciaste la mejilla con la palma de la mano, tus dedos recorrieron mi rostro y dejaste un beso en mi .
Tu, esperando una respuesta de despedida a la que siempre quise contestar con el grito de : ¡ Llévame contigo! y con un susurro al oído decirte nunca me dejes...
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