Ibas de un lado a otro de la ciudad, recorriendo sus calles hacia tu libertad, y yo caminaba hacia ti, sin saber ni comprender que era esa fuerza que me impulsaba a seguir avanzando. Esa victoria no era mía, esas avenidas me eran desconocidas, y allí, la extranjera era yo. Corrí a mi vez, corrí para escapar de esa multitud que me oprimía. Pero siempre te seguiría.
Así al fin se apago el miedo y fuimos libres...por siempre.
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